Amigos de Cristian Morales, el joven que murió al caer bajo las ruedas de un colectivo el 30 de noviembre pasado en la zona oeste, marcharon pidiendo el esclarecimiento del caso y contra la discriminación.
Más de un centenar de jóvenes participaron en la tarde de ayer de una marcha en la zona céntrica de Rosario, para pedir que se investigue la muerte del joven punk Cristian Morales, conocido como Asmátiko, ocurrida el pasado 30 de noviembre en Rouillón y bulevar Seguí, después de ser aplastado por las ruedas de un colectivo, cuyo conductor habría querido evitar que la víctima subiera. Los manifestantes caminaron desde la plaza Pringles hasta las oficinas que la empresa Rosario Bus posee en San Juan al 1200, adonde luego de pintar el frente y provocar algunos destrozos en su interior lograron que las autoridades se comprometieran a recibirlos hoy o mañana.
Alrededor de las 16 de ayer, y mientras el termómetro marcaba 31 grados, la plaza Pringles se fue poblando de jóvenes vestidos de negro, con peinados que llamaban la atención a los pocos que pasaban caminando por el lugar. Habían sido convocados por el boca a boca, para “pedir justicia por la muerte de Asma y para que no haya más discriminación”, contó Nicolás, uno de los tantos punks que lucían un admirable peinado.
De a poco, el lugar se fue poblando de jóvenes con raros peinados y tatuajes y, minutos antes de las 17, y con varios redoblantes como apoyo y pancartas con fotos de Cristian, comenzaron a caminar hacia el oeste por peatonal Córdoba. A su paso, recibían gestos de aprobación y también de asombro y no faltaron quienes, por lo bajo, los nombraban con cierto recelo. Pero el centenar de chicas y chicos siguió su camino, cantando y pidiendo por Cristian, primero por la peatonal y luego por Entre Ríos hasta llegar a San Juan 1280, adonde funcionan oficinas de la empresa Rosario Bus.
Cuando estaban a punto de llegar frente al local, las puertas y ventanas de la empresa fueron cerradas, hecho que molestó a varios de los jóvenes, quienes comenzaron a golpear la puerta y también las ventanas. Instantes después, varios de los punks lograron abrir las puertas e ingresaron a las oficinas, donde rompieron algunos vidrios y parte del mobiliario.
Durante más de una hora, se quedaron en la puerta exigiendo justicia, pidiendo que la empresa dé la cara y que no haya más discriminación. También usaron aerosoles con pintura para escribir en las paredes de las oficinas “Asma”, “Punk”, “Asmátiko” y leyendas como: “Abajo de la estética hay vida y pensamiento”.
Luego de la llegada de uniformados pertenecientes a la Brigada Motorizada de la UR II, los jóvenes fueron recibidos en el hall de ingreso de la empresa, adonde empleados les prometieron una reunión con los titulares de la firma Rosario Bus para hoy o mañana.
Cristian Javier Morales tenía 22 años y en la tarde del 30 de noviembre pasado murió tras ser atropellado por un colectivo en la zona oeste, dejando un hijo de casi 3 años sin padre y un sabor amargo a familiares y amigos, que vieron en su muerte un signo de discriminación.
Según los familiares del Asmátiko, cerca de las 17 de ese domingo quiso subir a un interno de la línea 110, luego de dejar bajar a una mujer por la puerta delantera, pero cuando ya había puesto un pie en el estribo el chofer del colectivo arrancó.
De acuerdo con testigos, Cristian no se bajó y se aferró a las manoplas que están a cada lado de la puerta delantera y en ese lugar viajó entre 2 y 3 cuadras, mientras el colectivo zigzagueaba, hasta que en la esquina de bulevar Seguí y Rouillón el chofer hizo un brusco movimiento y el colectivo osciló, haciendo caer al joven. Luego, el coche lo pasó por encima y siguió su camino, dejando al joven tendido en la calle.
El muchacho, que se ganaba la vida haciendo tareas de jardinería y vivía en una casa prestada, fue internado en el Hospital de Emergencias, pero cuando llegaron sus familiares, ya había fallecido. En tanto, el chofer fue hasta la comisaría 19ª, adonde quedó demorado unas horas y luego recuperó la libertad.